domingo, 7 de junio de 2015

Otras formas de amor


Podríamos acusar de libre al firmamento, pues es fácil pensar que en su totalidad, los elementos que lo conforman fluyen de manera autónoma. Sin embargo, formantes del mismo no sienten que la gesta de realizar movimientos signifique libertad. 

En ese caso, la libertad del Sol consistiría en que él mismo fuera libre de elegir sus acciones, si la estrella sintiera que no puede manifestarse nada más que cuando las nubes no se lo impiden. No es libre. 

El celeste no ha valorado la posibilidad de que el Sol se sienta con ganas de aparecer al mismo tiempo que las nubes, que la Luna hubiera nacido con razón de Sol y le resultara angustiante tener que salir todas las noches. 

Estas acciones llevan a un lugar en el que pierde el sentido la vida en el cielo, el Sol, la Luna, las nubes y las estrellas no pueden ser ellas mismas, mientras que lo sucedido en el cielo se refleja en nuestra vida en la calle. 

¿No es cierto que el cielo es libre? Libre de reír, de soñar. Libre de discurrir, de imaginar. Libre de no fingir, de amar. Libre. 

domingo, 7 de diciembre de 2014

La solidaridad en quince días

Navidad, mi época favorita del año. Gente decorando sus casas, familias reunidas por primera o segunda vez en todo el año, comidas interminables, compras…  La Navidad es una época muy bonita, para los que en una medida u otra podamos disfrutarla, gente como yo, por el momento. El otro punto de vista es de la gente que no tiene absolutamente nada el resto del año, que lamentablemente aumenta cada día en nuestro país.

En Navidad suponemos que todos nos volvemos buenos, recogemos alimentos en institutos, supermercados u otros lugares. Los comedores sociales ofrecen un menú especial. Alguna gente incluso invita a personas sin hogar a cenar en su casa. No creo tampoco en la erradicación de estas medidas, sino en que las instituciones pertinentes busquen medidas para, al menos, suavizar la miseria en nuestro país.

 A pequeña escala, si lo poco que ayudamos cada uno en diciembre, que no nos cuesta porque en Navidad, somos buenos, lo tenemos claro. Si colaboráramos día a día, mes a mes, junto con las propuestas de grandes instituciones, podría suponer que personas sin perspectivas de presente y mucho menos de futuro, pudieran elegir la vivir la vida que quisieran como todos queremos.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Don Juan Tenorio. Versión zombie.

ACTO III. Escena II.

        Don Luis y doña Ana a través de la ventana.

Ana. ¿Quién va?


Luis. ¿Doña Ana? ¿Zombie? ¡Atrás!


Ana. ¡Don Luís! En efecto, zombie. ¿Por la ventana llamas?


Luis. Doña Ana, no me muerda, no quiero ser un zombie vulgar de esos.


Ana. ¿Teme ir por la calle con las ropas rotas y que huyan las gentes de usted? Va a ser un personaje muy respetado.


Luis. No me consuela, Anita, tengo una reputación que mantener, y muy a mi pesar… (Don Luis tomando una estaca y un diente de ajo acercándoselo a doña Ana).


Ana. (Apartándose). Calma, calma. No temas, que yo te amo, además, (tomando el diente de ajo), no soy una vampiresa.


Luis. No sé Anita, no lo entiendes.


Ana. La boda zombie del año está al caer. Pensé que podíamos ir los dos juntos, los dos zombies.


Luis. Ay, ay. Suena tentador pero no quiero ser un zombie a pesar de todo. Encima vais hechos un cuadro.


Ana. ¿Ah, sí? Pues toma.
(Ana se abalanza hacia Luis y lo muerde) Quiero que seamos una pareja zombie, jopé.


Luis. No puedo permitirlo. Tengo las ropas rotas, estoy hecho un desastre. Se me salen los ojos, la dentadura la he perdido casi por completo y tengo pinta de lunático en general.

Tengo apetito de humanos, que se prepare doña Inés...


No he querido decir eso, ay, te odio Anita.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Autorretrato lingüístico

Yo, nací en Santander un 23 de julio. Empecé a hablar con poco menos de dos años como casi todo el mundo. Vivo con mis padres y mi hermana y ellos me enseñaron a hablar. Mis padres estudiaron francés en el instituto y mi madre luego estudió portugués pero a mi hermana y a mí solamente nos han hablado en castellano.
Desde pequeña, por mi familia, he oído santanderino, obviamente. También euskera, murciano, levantino, andaluz, castellano manchego… por lo que no me llamaba la atención escuchar a la gente hablando diferente que en Santander.
Cuando empecé el colegio tenía tres años, empezamos a dar clases de inglés y al llegar a casa mi hermana me explicaba que era muy fácil, que “teléfono” se decía “télefon” y que “elefante” era “élefan”, así empecé con el inglés que mis padres tenían mucho empeño en que aprendiéramos porque creen que es algo muy importante y que a mucha gente bilingüe de mi familia les ha ayudado. A los siete años me apuntaron a una academia donde jugábamos a cosas en inglés y era divertido. En quinto de primaria empezábamos con francés en el colegio, me gustó mucho empezar y nuestro profesor era muy simpático.
Con un poco de inglés y otro poco de francés he entendido a la gente cuando he ido de viaje al extranjero. Hace dos veranos estuve en un programa de inmersión en una familia de Estados Unidos y me gustó mucho y aprendí muchas cosas.

 Para cuando sea mayor me gustaría poder hablar perfectamente en inglés y francés.